Épica y mucho arte
El equipo de Del Bosque llega a la final como es él, fiel a la pelota, con ese delicioso punto de descaro que define a este grupo de desacomplejados futbolistas que han desterrado el escepticismo crónico
Si el fútbol es un depósito de sentimientos, España es una gozada . Si el fútbol es arte y épica, España es el equipo a seguir. En su partido frente a la temible y deslumbrante Alemania lo tuvo todo, fue sublime en el juego y también supo remangarse cuando fue preciso. Gobernó de etiqueta y con jerarquía a una selección que parecía inabordable, por su presente y su heráldico pasado. El conjunto de Del Bosque lo hizo como es él, con su forro más auténtico, fiel a la pelota, con ese delicioso punto de descaro que define a este grupo de desacomplejados futbolistas que han desterrado el escepticismo crónico que despertaba España en un fútbol vertebrado en torno a los clubes. Hoy España es un equipo, el equipo de España, sin banderas ni las ventajistas demagogias de un pasado tenebroso. Lo que parecía una quimera es una realidad. La selección está en una final del Campeonato del Mundo, a un paso de la ensoñación definitiva. Del descorche se encargó Puyol: un gol racial para abrochar un partido operístico. Un tanto que se narrará de generación en generación con la emoción que merece, con voces entrecortadas. Una leyenda imperecedera para una selección con tanto linaje que el próximo domingo se medirá en la cima del mundo a Holanda. El sueño continúa.
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